Reflexión sobre un caso de edadismo

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Reflexión sobre un caso de edadismo

Hoy voy a escribir la segunda entrada del Diario de Aprendizaje del curso FUNDAMENTOS SOBRE LA IGUALDAD DE TRATO Y LA NO DISCRIMINACIÓN, del Instituto Nacional de Administración Pública; que acojo en mi blog. Siguiendo las instrucciones, debo realizar una reflexión acerca de algún tipo de discriminación. Yo voy a basarme en hechos que observé y viví en una empresa del sector privado en la que trabajé durante cuatro años.

Se trata de una experiencia discriminatoria por edadismo. Cuando detecté lo que sucedía ni siquiera sabía que existía este término, aunque sí que fui consciente de que lo que estaba sucediendo era totalmente ilógico, por el desaprovechamiento de recursos humanos que suponía.

Tal como recoge la página web del Ministerio de Sanidad, el edadismo es un término que debemos a Robert Butler, médico gerontólogo que en los años 60 lo empleó para hacer referencia a los «estereotipos y prejuicios existentes en relación a la edad». Lo que me parece más llamativo del caso, es que las trabajadoras discriminadas tenían entre 37 y 50 años, una edad que se podría considerar idónea para ser productivo al máximo por, a priori, reunir una experiencia laboral de décadas y estar aún en plenas facultades desde el punto de vista puramente biológico.

Sin embargo, la empresa en la que trabajaba, obcecada en conseguir objetivos a muy corto plazo, por no decir de forma instantánea, no solo no otorgaba el valor que por su experiencia y saber hacer después de más de diez años en la compañía que tenían estas personas, sino que despreciaba sus opiniones y desechaba sus propuestas, incluso cuando ya habían comenzado a materializarse, con el consiguiente desaprovechamiento de recursos.

La juventud, asociada a la inmediatez, algo trementadamente atractivo en el sistema capitalista, estaba siendo sobrevalorada y el hecho de que, por ejemplo, una trabajadora dedicase tiempo a tratar con un potencial cliente que en principio no iba a generar un beneficio instantáneo pero que, a la larga, si era convencido, podría no solo generar ganancias directamente sino, también, atraer a más personas de su entorno a la empresa, debido a que había recibido un trato cuidado; era considerado como una pérdida de tiempo y un lastre para la empresa.

El efecto a la larga en las trabajadoras discriminadas era una desafección creciente con la empresa y, además, el resultado del menosprecio a estas personas de más edad, era un ambiente laboral enrarecido, lo que, sin duda, tenía sus consecuencias negativas en el funcionamiento de la empresa.

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